8/25/2006

Érase una vez un pez
En una pecera grande, provista de oxígeno constante y toda la flora articifial que cualquier pez doméstico pudiera desear, vivían 7 peces amarillos. Su dueño los había escogido caprichosamente del mismo color, en primera porque era su favorito y en segunda porque, de esa manera no tendría que bautizarlos a todos, lo de buscar nombres le parecía cursi.
Al interior de la pecera todo transcurría en aparente en paz, siempre tenían comida, agua limpia, atención; se hacían compañía sin problemas, jugaban, hacían competencias de nado a velocidad, la mayoría era realmente feliz.

Uno de ellos, pececillo inquieto, siempre hablaba de la necesidad de tener su propia identidad. Los demás lo tachaban de loco, cuando se embarraba trocitos de comida alrededor del aletita izquierda, su dueño de percató y le pareció una cosa muy simpática. Al ver que lograba mayor atención, los otros peces optaron por hacer lo mismo y terminaron todos tan iguales como en un principio.

Esto despertó en el pececillo serios problemas existenciales. Optó por hacer una huelga de hambre, pero su dueño no parecía hacer mucho caso a sus demandas, le dio un par de gotas de sabor desagradable y eso fue todo. Conciente de que necesitaba una mejor idea, el pez decidió retirarse a meditar al pié del gran coral verde, para concentrarse. Nada se le ocurría, lloraba y lloraba por su suerte. Una mañana empezó a observar mas detenidamente que de costumbre a sus compañeros, todos amarillos, contentos con su rutina habitual, despreocupados por cualquier cosa que no fuera la comida y quien ganaría la competencia de carreras por la tarde, nada más.

Entonces cayó en cuenta de todo: el siempre sería diferente, sin importar que por fuera se viera igual a los otros, sus ideas lo hacían único, ahora ya lo sabía y no había necesidad de mas. Su corazoncito de pez se alegró, envuelto en algarabía, reía y reía, daba vueltas a lo largo y ancho de la pecera, no cabía de la felicidad. Solo se detuvo ante la cara de sorpresa que tenían los demás, vio su reflejo en el cristal, con una sonrisa enorme exclamo
: soy rojo!!

8/15/2006

Llamada anónima
(Ni se esfuerce si no la escucha)


El viento fresco susurra a mi oído,
Llamada anónima, sentimiento anhelado
pongo atención, aun si me siento cansado
de buscar tesoros en pozos vacíos

Sonrisas falsas saludan mis pasos,
Manos tendidas, meras formalidades
Miradas punzantes, sin piedad han juzgado
mi cabello enmarañado, rematado en ideales

¿Pero qué pueden entender de mi historia?
No soy un iluso cazador de sueños
Se a donde voy, tengo misión y destino
¿Pueden afirmar que no soy yo quien está cuerdo?

Presos de un cáncer del mundo, la indiferencia
no estoy infectado, grito, escribo, lucho, muero
al despertar el día, puedo renacer, me reinvento,
Me ven de reojo; río a carcajadas de sus vidas insulsas.

8/12/2006

El Baston X: Memoria

Memoria, Un viaje al pasado presente

Conforme el tiempo avanza, uno va mandando a su inconciente parte de sus recuerdos, haciendo espacio para sucesos recientes o desechando cosas que considera no valen la pena. En este proceso, en esa evolución que vamos teniendo como individuos, se va perdiendo parte de la historia personal. Sucede particularmente a personas que por una u otra circunstancia, han tenido que migrar a lo largo de su vida y es, en los primeros años de existencia, cuando los cambios radicales dejan huellas mas profundas.
Es que sin duda, las cosas que vivimos siendo niños, terminan de alguna manera definiéndonos cuando somos adultos: los juegos, la escuela, amigos, familia. Y sucede a veces que trata uno de voltear atrás, reencontrarse, saber de donde viene, cuales son sus raíces, y el panorama parece ser borroso, cuesta trabajo ver nuestro pasado lejano.

Este considero, podría ser el pretexto perfecto para realizar un viaje a la historia de la propia vida. Tomarse unos días para regresar quizás a esa pequeña ciudad donde uno creció, recorrer los sitios que te vieron crecer, edificios que por si mismos parecen no decir nada, pero que uno puede escuchar hablar.
Los redescubrimientos pueden ser bien interesantes; yo por ejemplo, ahora se que mi gusto por el café bien caliente tiene orígenes profundamente familiares, casi podría decirse que es una tradición: de lo poco que puedo recordar de mi bisabuelo, es esa escena en aquella cocina, cada uno con una taza de café y galletas empezando el día; o que disfruto particularmente el aire frío de las mañanas, porque me recuerda cuando de niños nos levantábamos muy temprano para sentarnos en el patio a ver el amanecer.
Los espacios por supuesto, no son tan grandes como pensaba, la casa donde solía vivir, que alguna vez fue una granja, ya ni siquiera existe, pero aun se conserva el árbol aquel que a fuerza de imaginación convertíamos en toda clase de transporte, tal vez de ahí viene el gusto por la aventura y los viajes. En la escuela primaria hay ahora un mural, en homenaje a mi maestra gruñona de segundo grado, que resulto ser fundadora de la gloriosa institución, en cambio los dibujos que un día hicimos en la barda con motivos dedicados a la ecología, quedaron debajo de una gruesa capa de pintura blanca, pero yo sigo soñando con mariposas en azul brillante.
Ese lugar va dejando de ser tuyo, es difícil encontrar rostros familiares, aunque mires con curiosidad cada carro o gente que pasa por la calle hasta que tu atención crea cierta desconfianza o extrañeza, parecieras ser un fuereño; pero ahí y solo ahí, ocurrieron muchos de los momentos felices de tu vida, tu historia personal grabada en su memoria… tu formas parte de el.

8/07/2006

Simetría (El bastón IX)

Equidad de Género y trabajo

Se ha hablado mucho del tema de la equidad de género, se han aprobado leyes, establecido acuerdos y hecho anuncios rimbombantes en medios de comunicación, cuentas alegres finalmente pero, en el quehacer cotidiano ¿Existe realmente la equidad de genero? ¿Existe la conciencia del trato justo hacia las mujeres?

Porque una cosa es decir que hemos avanzado en materia legislativa, francamente ya era hora, se han abierto espacios de participación para las mujeres, es innegable pero… ¿Es suficiente? ¿Podemos lanzar las campanas al vuelo y festejar?

Hemos vivido siglos de inequidad, tenemos una cultura machista y generación tras generación muchas mujeres han participado en fomentar, es cierto, como también es cierto que no se puede pretender cambiar una realidad de un día para otro, sin embargo esto no justifica el no emprender acciones suficientes para crear la conciencia, en el grueso de nuestra sociedad, del valor de la mujer en el ámbito productivo, como en muchos otros, claro.
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